En El Mundo, Millás da un repaso a su infancia y adolescencia, cuenta las venturas con su amigo El Vitaminas, las vivencias con su familia, su adolescencia, sacando a flote las emociones y sentimientos de aquellos años, desde el punto de vista del adulto que es ahora. A mi parecer, desde la madurez y serenidad de estar en paz con su pasado.
No me ha parecido una súper historia para devorar el libro sin descanso, (nunca me lo parecieron los que leí de él). Lo que me encanta de leer a Millás (incluyo su columna en El País) es la sencillez y forma en la que expone la complejidad de sus reflexiones, unida a la profundidad emocional (trabajada) que hay en cada una de sus líneas. Y este libro está plagado de su esencia. En una ocasión una persona me dijo "En cada uno de los libros de Millás, se nota que ha pasado por terapia", y me sumo a ella. Aunque en sus libros, siempre me queda una duda: ¿Qué parte es autobiográfica y qué parte es ficticia? Sea de la forma que sea, me ha gustado el libro.
Echaré un vistazo a sus obras para ver cuál es el próximo para disfrutar de él :)
(...) Un día volviendo del colegio, tropecé con una obra protegida por una valla de hierro. Los obreros antes de irse, habían colgado un farol de carburo para avisar a los transeúntes del peligro. No había nadie más en ese instante en la calle, de modo que cogí una piedra y la arrojé contra la lámpara de carburo, que cayó al suelo rompiéndose con singular estrépito. En ese instante, se materializó frente a mí un señor que me preguntó por qué lo había hecho. Me quedé mirándolo sin responder. Durante unos instantes terribles el señor y yo nos miramos sin decirnos nada. Finalmente, él hizo un gesto de censura y desapareció. ¿Por qué hice aquello? Tal vez por que mis padres se pasaban la vida discutiendo. Tal vez porque era el último de la clase. Tal vez por que éramos pobres como ratas. Tal vez por que siempre cenábamos acelgas. Tal vez por que no tenía unos guantes con los que evitar los sabañones (...) Podría llenar una página de talveces. En la actualidad paseo todas las mañanas por un parque (...) hay una marquesina de autobús que los lunes, indefectiblemente, aparece rota a pedradas. La rompen durante el fin de semana los jóvenes que vuelven de divertirse. Es su último acto de afirmación antes de meterse en la cama. ¿Por qué lo hacen? ¿Qué destrozan al destrozar la marquesina? ¿Qué rompía yo al romper el farol de carburo? (...) Los cincuenta minutos de sesión significaban cincuenta minutos de visión. No era raro que al abandonar la consulta tuviera que pasear durante una o dos horas para digerir lo que había visto desde el diván (...)
Sinopsis
El padre de Juan José Millás tenía un taller de aparatos de electromedicina. Al recordar un momento en qué su padre estaba probando un bisturí eléctrico sobre un filete, comprendió que la escritura, al igual que el bisturí, cicatriza las heridas en el mismo instante de abrirlas. De esta revelación nació El mundo, para cicatrizar una herida que se abrió cuando su familia emigró de Valencia a Madrid. Ese día, nació una obra maestra.
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