19/01/2019
La primera recomendación que leí de mi amigo Cristóbal fue
La piel fría, y fue todo un acierto leerlo. Y tras él insistirme varias veces
con que me animara con los cómics, y con éste en concreto, al final me decidí,
aún teniendo comprados/regalados 11 libros en lista de espera, no pude resistirme y lo uní a mi mini biblioteca.
No tengo comentario malo, a mi parecer, imposible tenerlo.
En todo su conjunto es una obra de arte!
Me gusta que los libros me hagan sonreír o llorar, que me
ericen la piel, que tengan gancho para estar impaciente por retomar la lectura,
y éste libro lo tiene todo!
Más allá de reseñar la originalidad de Spiegelman en dibujar
animales en vez de personas, de plasmar el holocausto en un cómic, y darte
facilidad de lectura con los mapas y planos, me centro en la carga emocional de
la historia, qué es lo que me ha hecho
estremecer.
El libro es un continuo flash back y conforme avanzas en la
lectura y vas conociendo a los personajes, entiendes los comportamientos de
cada uno de ellos, tanto en su forma de ser como en sus relaciones con los
demás.
Destaco la sencillez con la que plasma la complejidad
emocional de cada uno de los personajes, viñeta tras viñeta te hace sentir la desesperación, el miedo, hambre, frío, amor o esperanza con la que se vive
una guerra, y cómo afecta a los comportamientos humanos si sobrevives.
Vivir con la sombra de un hermano mayor “que no existe” y es
capaz de marcar la vida del hermano pequeño. Que haya personas con la valentía
(o la cobardía, no sé) de llevar siempre colgando del cuello un frasco con
veneno para tomar en el momento de la llegada de los Nazis. La relación amor
odio entre padres e hijos. Cómo Vladek, a su manera, hace intentos de acercarse
a su hijo. Soportar día tras día, la muerte por suicidio de un ser querido. Tampoco
quiero pasar por alto, las viñetas en las que el autor visita a su terapeuta, y
se representa él mismo como niño… Pequeños detalles, que hacen que leas/veas/sientas
más allá de las líneas y dibujos que tienes delante. Bueno, y sin olvidarme de
la última viñeta, cómo llama el padre al hijo… madre mía lo que lloré, pude
imaginar la tristeza de Artie al escucharlo…
La dedicatoria me pareció estremecedora. Está a mitad de lectura más o menos, y a mí me resultó impactante, no
la espera, y menos así. Al terminar el libro y volver a la dedicatoria, me da
la sensación que Spiegelman con una imagen y dedicatoria tan sencilla, logra
estar en paz con sus ancestros y su hermano. (Si os da por leerlo, no buscar la
dedicatoria! Esperad a llegar a ella).
Para ir terminando… Reconozco que el tema que trata es duro y de
lágrima fácil, pero voy a más allá, creo que uno de los motivos de que sea un
premio Pulitzer es que está contado desde el alma, dejando al descubierto y
mostrando la profundidad (emocional y miedos) del ser humano, y para mí, eso es lo que
hace grande este cómic.
Sin duda leeré Pandora en el Congo, recomendación también de
mi amigo. Confío que también me gustará, o eso espero! Que por cierto, no tengo
el libro, si alguien se anima a regalármelo... (jajaja) Y por supuesto, volveré
a leer algún que otro cómic.
Sinopsis
Una verdadera obra maestra del cómic sobre el exterminio nazi y las difíciles relaciones intergeneracionales. Por medio de gatos nazis y ratones judíos, el reconocido ilustrador Art Spiegelman relata la terrible experiencia de su padre en Auschwitz y a su vez proyecta la compleja convivencia de una familia marcada por los horrores del Holocausto. Una historia hipnótica y agridulce que se convirtió en el primer cómic en recibir el Premio Pulitzer en 1992.
'La verdad es que Maus es un libro que uno no puede dejar, ni siquiera para dormir. Cuando dos de los ratones hablan de amor, te conmueve; cuando sufren, lloras. Poco a poco, a través de este relato compuesto de sufrimiento, humor y los desafíos cotidianos de la vida, uno queda atrapado por el lenguaje de la antigua familia del este de Europa, y es arrastrado por su ritmo suave e hipnotizador. Y cuando uno acaba Maus, se siente triste por haber abandonado ese mundo mágico...'. Umberto Eco.
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